Una vez conocido el Palmarés del festival de Cannes 2013, es preciso revisar no sólo los premios, sino la totalidad del festival. Porque, si bien este año los galardones han reflejado en gran medida la calidad de la sección oficial, hay múltiples obras interesantes que han quedado al margen de los premios. Y, a la vez, otras películas presentadas en secciones paralelas, como Un certain regard o La quincena de realizadores, merecerían estar sin ninguna duda en la Sección Oficial. Así, en este artículo reviso lo mejor y lo peor de Cannes 2013.
Lo mejor del festival
-A touch of sin
Una de las grandes sorpresas del festival ha sido la película de Jia Zhang Ke, A Touch of sin. Y digo sorpresa, porque ha cambiado totalmente la tonalidad de su cine, rompiendo las expectativas de la crítica. Y es que si todo el mundo esperaba una película contoemplativa, finalmente ha presentado una obra de una violencia visceral, con un lenguaje cinematográfico fascinante y un ritmo arrebatador. Este cambio ha sido para bien, no porque haya mejorado su filmografía, sino porque ha demostrado que es un director fundamental para todo tipo de temáticas, y que sabe filmar todo tipo de acontecimientos. Por ello, A touch of sin, premio al mejor guión, es una película fundamental del festival en su mirada cubista a la violencia, a través de cuatro historias que analizan las pulsiones inconscientes del ser humano en relación a la estructura social, y siempre desde distintas perspectivas.
-Le dernier des injustes
Estaba fuera de competición, pero Le dernier des injustes es una de las obras maestras que han irrumpido en la Croisette. Esta nueva obra del documentalista Claude Lanzmann aborda de nuevo la temática que más le obsesiona: el holocausto. Y cuando uno ve su película, se tiene la sensación de que ha dado con las claves en la representación de este horror: es la única forma segura de abordar con respeto esta temática. Porque Lanzmann utiliza una entrevista que realizó en Roma en 1976, a Murmelstein, un judío que colaboró con los nazis en la gestión de un campo de concentración para salvar su vida, y la unifica con visitas del propio Lanzmann a la situación del campo de concentración en la actualidad, donde lee los testimonios de Murmelstein en los escenarios del horror. De este modo, la palabra del protagonista se contrapone con los espacios donde tuvo lugar el holocausto, y todo ello fomenta al espectador a imaginar uno de los abismos de la historia de la humanidad, sin forzarle a mirar, sino únicamente a escuchar y a tratar de representar en su mente el horror. El único lugar donde hoy en día es posible mirar al holocausto.
-La grande bellezza
Paolo Sorrentino ofrece una revisión contemporánea de La Dolce Vita a través de su última obra, La Grande Bellezza. Una obra donde funde el hálito circense de Fellini, el lenguaje de la mirada de Antonioni, la decadencia de Visconti y la movilidad de cámara de Malick, todo ello al servicio de la mirada del periodista encarnado por Toni Servillo, que busca en toda la frivolidad de su clase un destello de belleza y de trascendencia.
-La vie d´Adèle
La vie d´Adèle, del franco-tunecino Abdellatif Kechiche, era una de las obras maestras del festival, y por ello, la Palma de Oro que ha recibido es de celebrar, si bien yo hubiese deseado una obra más arriesgada y con un lenguaje cinematográfico mucho más variado. Porque todo el film sobre una historia de amor entre dos mujeres está filmado mediante primeros planos, de modo que estamos siempre adheridos a la intimidad del drama. Todo ello con una representación del sexo en tiempo real, con secuencias de 20 minutos que, sin embargo, logran seguir remolcando la narrativa tras su irrupción en la pantalla.
-Inside Llewyn Davis
Inside Llewyn Davis es un retrato de Bob Dylan a través de alguien que se le asemeja, y que nunca llega a triunfar: es una biografía ficcional a través de otro personaje, y sigue sus mismos pasos. Así, utilizan una figura simétrica al cantautor para realizar un retrato de la escena musical de Nueva York y, ante todo, para ejecutar un relato sobre el fracaso y la marginación. Todo ello a través de una estructura especular, mediante un viaje de ida y vuelta que es la particular odisea del personaje a conquistar Troya (aunque fracasa), y que supone a su vez un descenso a los infiernos.
-La danza de la realidad
Alejandro Jorodowski merecía estar en la sección oficial con La danza de la realidad, pero su cine imaginativo, simbólico, surrealista y de fondo místico, ha sido recluido a la Quincena de realizadores. Aún así, ha realizado una revisión de su propia infancia, a través de la fusión en un mismo plano de un actor que interpreta su edad infantil y él conversando consigo mismo, en una suerte de autobiografía a dos niveles: el pasado y el presente hablando al pasado, o viceversa. Y, además, es una revisión de su papel como padre, pues su propio hijo interpreta la figura del padre, invirtiendo así la realidad a través de su cine.
-La Venus à la fourrure
http://extracine.com/2013/05/critica-de-la-venus-a-la-fourrure
-Les salauds
Les salauds, de Claire Denis, es una de las estimulantes sorpresas del festival, un thriller desordenado, obsesivo, nocturno, oscuro, donde todas las piezas están desorganizadas a través de un montaje que busca el caos, pero que el espectador reconstruye en su mente en su búsqueda de esos bastardos que denomina el título. Todo ello con una música electrónica atmosférica de The Tindersticks, y asimismo, con unas atmósferas lynchianas, con carreteras, accidentes y oscuridad, que permite construir una obra absorbente desde su comienzo. Sin duda, merecía estar en la sección oficial.
-Only God Forgives
Only God Forgives fue abucheada en su primera proyección oficial a las 8.30 de la mañana, para la prensa. Sin embargo, creo que se la ha juzgado demasiado pronto, y que tras su aparente violencia explícita y sin sentido, hay una profunda disección de la psicología de los personajes que, además, se proyecta a la composición del plano y la iluminación. Y, ante todo, a los colores, construidos en base a luces de neón azules, rojas y amarillas, por influencia de Gaspar Noé, a quien ofrece agradecimientos en la película. Una disección de los personajes a través del color que parece una herencia directa de Il desserto rosso (El desierto rojo), de Michelangelo Antonioni.
-Only Lovers Left Alive
Y una de las sorpresas más agradables del festival, y que injustamente se ha ido sin premios, es la última obra de Jim Jarmusch, una revisión postmoderna del fenómeno vampírico, y que parece una deconstrucción de Crepúsculo y otras obras similares. Unos vampiros hundidos en el tedio, que toman sangre como si fuese LSD, y que están condenados a una vida eterna. En realidad, desean morir, pues andan desbordados por el aburrimiento, pero permenecen vivos gracias a su amor.
Lo peor del festival
-Grigris
La película más infame de la Sección oficial es, sin duda, Grigris. Y no por lo provocativa o polémica que pueda resultar, sino por su carácter naif y su excesiva simpleza: es una historia de amor entre un hombre con problemas de movilidad en una pierna y experto bailarín, y una bella prostituta; y el primer se ve envuelto en una trama criminal por timar a estafadores para obtener dinero con que financiar una operación de su padre. La película está narrada de forma lineal, con planos muy bien iluminados, pero apenas sirven para sostener la narrativa, y los diálogos son de una simpleza absoluta. Toda la narración es pedestre, y el director parece que no ha comprendido la capacidad de los planos y las composiciones para introducir discursos más allá del dramático. Todo resulta rudimentario, hasta esa paliza con palos que le propinan las mujeres, en una revuelta feminista, al criminal: está filmada sin pasión, y las mujeres parece que están golpeando un pulpo más que un criminal, hasta el punto de hacer estallar las risas del público. Pero es la película de cine africano que todos los años acepta Cannes en su sección oficial, y eso que se le pronosticaba incluso un premio.
-Jimmy P.
Jimmy P. es una de las decepciones del festival. No es una mala película, pero el realizador Arnaud Desplechin, un buen retratista de los dramas psicológicos, se ha mostrado demasiado tibio en la construcción de la película: el director ha confiado demasiado en la relación entre Benicio del Toro y Mathieu Amalric, entre indio traumático y psicoanalista. Y, de este modo, ha construido toda la película en torno a sus conversaciones. Pero su relación nunca resulta magnética, y los planos son excesivamente planos, convencionales en ocasiones, como para despertar el interés. Su valor reside en ejecutar un retrato realista de la crisis mental, pero faltan dosis de surrealismo, o de David Lynch, para poder comprender a fondo la psique del protagonista; al final, todo parece un tratado de psicoanálisis del tedio.
-Michael Kolhaas
Aunque tedioso es, sin duda, Michael Kolhaas. Un film ambientado en la Edad Media y basado en un relato de Kleist, que trata de ejecutar un retrato de la época suprimiendo la mirada contemporánea. Si la mayor parte de las películas asumen una mirada actual para afrontar el pasado, aquí se trata de reproducir la mirada medieval sobre su propia época, pero al final, esta idea es un imposible: nunca conoceremos a fondo la mentalidad que reinaba entonces. El director Arnaud des Pallières ha tratado de construir una mezcla entre El manantial de la Doncella, de Ingmar Bergman, y Honor de Caballería, de Albert Serra. Pero si éstos contenían un cierto misticismo interno que los hacía interesantes, aquí estamos ante una edad media filmada a pelo, desde dentro, y deja al espectador con una sensación de aburrimiento constante.
-The immigrant
The Immigrant, la última obra de James Gray, no está en esta lista por ser una mala película. La incluyo porque me decepcionó en cuanto a las expectativas que levantaba el nombre del director por la calidad de su filmografía. Y es que aquí ha realizado un fresco histórico ambientado en los años veinte, minucioso en su reconstrucción, y que aborda el triángulo amoroso entre una inmigrante polaca, Marion Cotillard, y dos hombres: el hombre que le protege (Joaquin Phoenix) y hacia el que siente desprecio, y el hombre que le fascina, el mago interpretado por Jeremy Renner. Si en obras anteriores, como en la sublime Two Lovers, asistimos a una suerte de abstracción en el análisis del amor, en un lenguaje cinematográfico que se convierte en disección del deseo y del proceso de idealización, aquí parece demasiado centrado en la representación histórica. No hay una mirada tan minuciosa en los procesos de enamoramiento y odio, y aunque es interesante la relación que se teje entre los personajes, al final resulta todo de un clasicismo excesivo y no resulta una obra propia para el año 2013: por momentos, parece que esta obra pudiese haber sido engendrada diez años antes. Lo más destacado es la lucha entre la necesidad de supervivencia y el amor.